«La compulsividad, la gratificación inmediata, la distracción constante y la sobreexposición se han hecho hueco en nuestras vidas. No es extraño que, en este contexto, las adicciones proliferen más allá de sustancias tradicionalmente conocidas como el alcohol o las drogas»

Pedro Pedrero, Director de Proyecto Hombre Jaén y presidente de la Comisión de Tratamiento de la Asociación Proyecto Hombre y Elena Presencio directora general de la Asociación Proyecto Hombre han publicado este interesante artículo en la revista digital Ethic.

El juego, las pantallas, las compras y muchos de los comportamientos que en ocasiones tienen una buena prensa, pueden convertirse en laberintos que atrapan a las personas en ciclos de hábitos que resultan difíciles de romper.

A pesar de su creciente banalización, las adicciones son una constante presente, la realidad se impone y las cifras así lo demuestran. En España, según datos del Plan Nacional Sobre Drogas de 2022, el alcohol, tan arraigado en nuestra cultura, lidera con un 36% las admisiones a tratamiento, seguido de la cocaína con un 29%. Un 58,1% de la población de 15 a 64 años ha jugado con dinero en el último año (de forma presencial, online o ambos), además en 2023 un 21,5% de los estudiantes de 14 a 18 años ha jugado con dinero en el último año (presencial, online o ambos) y un 83,1% ha jugado a videojuegos. Con todo, los datos no abarcan la realidad y la complejidad de un fenómeno que va más allá de las estadísticas y las clasificaciones.

Es importante subrayar que, en el fondo, la sustancia o el comportamiento específico no es lo más relevante. Lo crucial es entender que cualquier adicción comparte unas características comunes: la compulsión, la pérdida de control y la dependencia emocional y psicológica. Entenderlo así nos permite abordar el fenómeno adictivo desde una perspectiva más amplia, reconociendo que las adicciones no solo surgen de sustancias, sino también de comportamientos que pueden parecer inofensivos y de entornos sociales que minimizan el problema.

La conducta adictiva no es una enfermedad del cerebro, sino un problema del comportamiento en el que existe una relación entre la persona y su entorno. Entendiendo, por tanto, que el inicio y mantenimiento del comportamiento adictivo no tiene el mismo significado para todas las personas, y aunque estas sean diversas, tengan distinto nivel cultural y sea también distinta su realidad social o el inicio de la conducta adictiva tenga motivaciones distintas, sí se entiende que cualquier persona que desarrolla una adicción genera un conflicto de tipo existencial que le hace desconectarse de sus valores, perdiendo el interés por el mundo que le rodea y, en definitiva, por el sentido de su propia existencia.

La adicción es un fenómeno multifactorial, es decir, sus causas son diversas y complejas. Factores biológicos se entrelazan con elementos psicológicos como el manejo del estrés y las emociones, y con componentes sociales como la influencia del entorno, la disponibilidad y accesibilidad a sustancias o comportamientos adictivos. Desde esta visión de las adicciones, Proyecto Hombre diseña intervenciones que abordan el problema de manera integral en la prevención y tratamiento.

La prevención es clave para evitar que las conductas adictivas aparezcan o se desarrollen, y aquí es donde centramos muchos de nuestros esfuerzos. Los jóvenes enfrentan desafíos como la presión social, el fácil acceso a sustancias y la omnipresencia de las tecnologías digitales, que los hacen especialmente susceptibles a desarrollar adicciones. Los programas de prevención deben estar diseñados para abordar estas realidades, ofreciendo tanto prevención como intervención temprana, con el objetivo de ayudarles a construir un futuro libre de dependencias. Y es en esta línea en la que trabaja Proyecto Hombre con programas en el ámbito escolar, familiar y comunitario.

En cuanto al tratamiento, se promueve el desarrollo de la persona, estimulando su autoconocimiento y el de su entorno en las tres esferas: biológica, psicológica y social. Se las acompaña en todas las fases del proceso, trabajando sobre sus propias necesidades y valores personales y acordando en común los objetivos a conseguir. Se les ofrece un enfoque dirigido a la deshabituación a través de la terapia individual y grupal y que se complementa con el apoyo social y emocional necesario para enfrentar los desafíos del día a día.

La inserción sociolaboral es el paso final pero no menos importante que permite a las personas reintegrarse plenamente en la sociedad, dotándolas de las herramientas y habilidades necesarias para llevar una vida autónoma y significativa.

Quizás el testimonio de María, persona que está en tratamiento, ejemplifique nuestro proyecto: «Me he sentido acompañada… Se puede salir, se puede ser libre y se puede ser feliz. Nunca me he sentido así de bien. He recuperado la libertad, ahora soy yo la que decido, no es el alcohol el que decide por mí. He vuelto a disfrutar de mis hijos, de mi trabajo, de las pequeñas cosas del día a día. Antes, y debido a mi adicción, no era capaz de valorar nada positivo que tenía a mi alrededor. Espero que mi testimonio ayude a mujeres como yo, mujeres que creían que solas podían arreglar el mundo… Pedir ayuda a profesionales es el primer paso para lograr ser la mujer que quieres y te mereces ser. Tengas la edad que tengas, nunca es tarde».

Superar la adicción es posible y para ello trabajan organizaciones como Proyecto Hombre. Nuestro compromiso no trata solo de brindar apoyo a quienes están en tratamiento, sino también de ayudar a construir una comunidad que fomente la salud mental y emocional y que ofrezca alternativas reales y saludables a los comportamientos adictivos.

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